domingo, 24 de mayo de 2015
lunes, 18 de mayo de 2015
lunes, 11 de mayo de 2015
lunes, 4 de mayo de 2015
Cuento: Parte 1
...
Mi tía era una
señora grande y rubia que siempre iba maquillada con delineador
celeste y esmalte de uñas rosa bebé. Digo “era” porque esta es
la manera en que yo me imaginaba a mi tía. Antes. Si hace un mes
alguien me hubiera preguntado “Indi, ¿Cómo es tu tía?”
definitivamente hubiera contestado “Es de esas personas que se
llevan todas las muestras gratis, por más inútiles que sean.” O
algo parecido a eso.
Nunca íbamos a su
casa, aunque tengo muchos recuerdos de cuando era chica. Recuerdos de
paredes verde celadón, adornos de porcelana y un fuerte perfume a
limón. Después solo venía ella, para navidad o para los
cumpleaños, y en lugar de regalos nos daba a mi hermano y a mí
sobres con plata.
Una vez le trajo a
mi papá una caja enorme forrada con papel plateado brillante y un
gigante moño azul. Adentro tenía un rollo de papel higiénico.
Todavía no estoy segura de si era una broma o no. Era papel
higiénico del caro, del que trae dibujitos de perritos en azul y
tiene señales de stop para que sepas cuándo tenés que
cortarlo.
Ese fin de semana
estábamos con mi hermano Apu en su casa porque mis papás se
habían ido a …
Nos pasamos la
mañana sentados en el sillón color crema, mientras ella regaba las
plantas de interior que invadían la casa y nos explicaba cómo se
llamaba cada una y para qué podían servir.
La casa seguía igual que siempre. O más bien el living comedor, el resto era para mi territorio inexplorado. Ni siquiera me había parado a pensar en donde se suponía que íbamos a dormir, siempre me había imaginado el piso de arriba como un lugar sin forma al que mi tía iba para traernos caramelos. Quizá tenía una fábrica de caramelos.
La casa seguía igual que siempre. O más bien el living comedor, el resto era para mi territorio inexplorado. Ni siquiera me había parado a pensar en donde se suponía que íbamos a dormir, siempre me había imaginado el piso de arriba como un lugar sin forma al que mi tía iba para traernos caramelos. Quizá tenía una fábrica de caramelos.
Sé que en este
momento se deben estar preguntando si es una de esas señoras que
tiene muchos gatos. No. Tiene un loro.
A eso de las diez
nos llevó con ella al supermercado para comprar galletitas para el
te de la tarde. Tardamos un montón porque quiso comprar once latas
de puré de tomate, un felpudo para la tapa del inodoro y un paquete
de jabón en polvo de seis kilos, solo porque estaban en oferta.
A las doce y treinta
y tres minutos estábamos comiendo ñoquis con salsa.
En lo de la tía
había televisión pero nunca estaba prendida, y menos a la hora de
comer (ya nos había contado que le parecía rarísimo cuando iba a
visitar a alguien y estaba siempre con el “aparato” prendido,
aunque no lo estuviera viendo). Así que se pasó el almuerzo
hablando, siempre con su sonrisa de oreja a oreja que parecía
remarcarle todas las arrugas, mientras mi hermano asentía con la
cabeza, con la boca llena de comida.
- ¡Bueno, entonces!
¿Qué quieren hacer hoy? Dejame que te sirvo más Apo, ahí tenés
el queso.
- Mmm podríamos ver
una película- propuse yo.
-¡Yo draje
peliculasm!- saltó mi hermano, antes de tragar y seguir hablando.
-¡Hay una sobre un tipo que trabaja de guardia nocturno en un museo
y cuando el museo cierra las cosas de adentro del museo cobran vida y
está buenísimo!
- Y el tema de la
película lo hace Mcfly – dije yo. - “Think mi gonna. loose it,
loose it, loose it!”- canté mientras subía y bajaba la cabeza.
-¡No, no, no!-dijo
mi tía- ¡Pero si el día está hermoso!- (estaba nublado)- ¡No nos
quedemos acá encerrados! Podríamos salir y hacer alguna cosa. Yo
conozco al dueño de un museo si quieren ir a pasar la noche ahí,
podría llamarlo, pero la cuestión es qué haríamos durante todo el
día...
Me serví más
ñoquis.
-O no sé, podríamos
ir al zoológico...-
Ahí mi hermano se
emocionó.
-¡Sí, si, vayamos
al zoológico! ¡Porfas, porfas! ¡Hace un montonazo que no vamos al
zoológico!
-¡Genial!-contestó
mi tía al instante- ¡Entonces en cuanto terminen de comer (después
del postre obviamente) agarramos el auto y salimos!¡Ah y tengo que
preparar las cosas para la merienda!
Si en este momento
notaron que todo lo que escribí esta plagado de signos de
exclamación sepan que es porque tanto mi hermano como mi tía tienen
un serio problema de hiperactividad y no pueden decir nada sin estar
“super-duper” emocionados.
Nos preparamos para
salir después de que mi tía preparara nuestra merienda que
consistía en: dos docenas de sanguchitos de miga de distintos
gustos, tres botellas de jugo de naranja exprimido (sí, lo exprimió
en ese momento, mientras mi hermano comía flan), lo que quedaba del
flan y diez yogures. Todo eso guardado dentro de una heladerita
portátil que parecía asustada de que le pudiera entrar tanta cosa.
Agarramos nuestros
abrigos y nuestros paraguas, por las dudas (sí, ¡el día estaba
hermoso!) y nos metimos en el auto color rosa chicle. Yo iba adelante
en el asiento de acompañante y a mi hermano le tocó atrás, con el
loro.
Para llegar al
zoológico había que salir del pueblito donde vivía mi tía,
agarrar la autopista, pasar un par de peajes... En fin, teníamos
nuestras dos horas de viaje. Íbamos escuchando un grupo de música
super hippie que solo había sacado un álbum y mi hermano hablaba
sin parar asomado por el espacio entre los dos asientos.
Estábamos por
llegar al peaje cuando mi tía tomó un desvío que no debía.
-Tía, tenías que
seguir derecho por allá- le dije yo.
-No, no, querida, no
te preocupes ¡Lo hice totalmente a propósito!-dijo ella- No tiene
sentido pagar por el peaje si dando una vueltita de nada nos lo
podemos saltear. ¿Vos sabías que, según la constitución tenemos
libertad para transitar por el país libremente? ¡La libertad la
tenés pero primero tenés que pagar, claro! Pero a mí no me van a
agarrar...
Entonces, la
vueltita se convirtió en una vuelta, que se volvió otra ruta, que
pasó a ser un paraje desconocido, que se transformó en una
aventura...
…
domingo, 3 de mayo de 2015
Soñé que
Viajaba en subte y cuando quería hacer trasbordo bajaba por la escalera equivocaba y llegaba a un subsuelo en donde estaban celebrando un funeral.
Había una procesión que llevaba una cabeza verde de dragón sobre una bandeja.
Y un equipo de mate que hablaba.
Había una procesión que llevaba una cabeza verde de dragón sobre una bandeja.
Y un equipo de mate que hablaba.
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