miércoles, 1 de agosto de 2012

Un sueño que tuve


Yo era una nena y estaba en una barrera de tren.

Trepé hasta la parte alta del alambrado, y me colgué del último alambre. Empecé a moverme, riendo, una mano atrás de la otra, mientras el tren pasaba detrás de mí.

En un momento había pasado a otra dimensión, y del alambre salté a una calle de tierra, en una ciudad llena de calles de tierra.

Entré a un edificio al que se accedía bajando unas escaleras, parecía un iglú bajo tierra, porque el techo tenía forma ovalada y se fundía con las paredes.  Creo que era un lugar para comer, había una chica detrás de un mostrador, del lado derecho de la escalera.

Yo ya había estado ahí antes.

Entonces vi a un chico, no tendría que haberlo visto, pero me di cuenta de que lo conocía de algún lado. Quise hablarle pero salió corriendo, y yo corrí tras él.

Lo seguí corriendo, pase varios puestos que había en la calle, estaba lleno de puestos ambulantes. Llegué a una plaza con una fuente seca en el medio, y mucha gente alrededor.

Para entonces yo era un chico, y estaba persiguiendo a una nena con gorrita.

Una vieja se acercó a mí y me confundieron.

Me olvidé que tenía que seguir a la nena, y la perdí.

Seguí a la vieja como si nada hubiera pasado antes, y esta me llevo hasta un callejón, con un paredón blanco, no vi que había del otro lado, solo el paredón.

Me estaba llevando otra vez a mi dimensión, y para eso empezó a dibujar en la pared. Los trazos que daba con los dedos se marcaban en la pared con un azul eléctrico que brillaba. Yo sabía que tenía que memorizar el dibujo, era un rombo. Mientras lo dibujaba la vieja recitaba algo.

Me miró y se dio cuenta de lo que yo estaba haciendo. Me dijo que no me esforzara, que después no recordaría nada de todo eso.

Yo seguí repitiéndome la forma del dibujo.

Era  un rombo, y eso era una A y eso otro una F, pero solo pude llegar a memorizar la mitad de arriba.